El viejo Tomi


El viejo Tomi Tapes pasa callado por la esquina. Antes andaba a los tumbos, riendo a los gritos, convidando tabaco.

Conocía todas las cantinas de La Paz y en todas lo conocían a el.

No era un borracho agresivo ni de los que se van sin pagar. Tampoco de esos que se revientan todo el sueldo, la Chula su mujer nunca se lo permitió.

Simón, su hijo, siempre decía a modo de broma "mi padre no es borracho, es bebedor" no se porqué nos daba tanta gracia, quizás solamente era por las ganas de reírnos.

El Tomi andaba siempre con el Chino, el padre de los "cara de viejo" les decíamos así porque tenían cara de viejos, nada muy elaborado.

Una noche, volviendo de comprar vino en el almacén de la subidita vimos un bulto en la cubeta, era el Chino, con toda la cabeza metida en el agua, haciendo burbujas.

Lo sacamos entre varios, esos canarios bien puchereados pesan como el diablo. Le dimos unos cachetazos y reaccionó pero el pedo que tenía era azúl, se había caído a treinta metros de la casa.

Lo cargamos hasta la puerta como pudimos y golpeamos. Abrió Falucho, el más grande de sus hijos y su cara fue más de resignación y cansancio que de sorpresa, la cara de alguien que ya está más allá de la vergüenza.

Tiramos al Chino en un sillón y Falucho nos dió las gracias. Entendimos que no había más nada que decir y nos fuimos en silencio a tomar nuestro vino en la esquina.

La Chula se asustó y le dió el ultimátum al Tomi, ahora anda solo y se lo ve únicamente cuando vuelve de la changa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Requiem

Campanas

Jardín de invierno